Celeste en casa, nos cabiamos, nos pintamos, escuchamos un poco de música. Suena el celular, mensaje:
¿Mismo lugar de siempre?
De: Santiago
Si, como todos os sábados...
De: Mariana
Desde ESE sábado.
De: Santiago
Listo, no sabía que contestar por eso no lo hice. Realmente no estaba segura de querer verlo, no quería confusiones, no más de las que tenía y quería tranquilidad por unos días.
Llegamos, nos encontramos con unos amigos, charlamos un rato, tomamos algo. Al rato llega Nicolás a buscar a Celeste y llevársela como siempre. Debo admitir que estoy un poco celosa por eso, entonces decido ir a hablarle, a conocerlo un poco más aunque sea.
Hablamos un rato, me parece un pibe copado, simpático y sincero sobre todo. Me contó que realmente quería a Celeste, que estaba enganchado y por suerte estaba todo bien y marchaba como quería. En tono de joda pero hablando en serio le dije que la cuide, porque es mi mejor amiga.
Hablamos un rato más y comenzamos a reírnos de una chica completamente borracha que bailaba arriba de una parecita, digamos. Loca la chica, me sonaba familiar pero con la baja tonalidad de luces, la música que te aturde y todo eso no podía ver nada. Más que nada porque estaba rodeada de chicos que le gritaban cosas.
En un momento mientras nos descostillándonos de risa del espectáculo de la chica en el que bailaba sexy, esta misma se baja el straples (que no llevaba corpiño) y hace un tremendo toples en frente de todos. Imagínense, se descontroló todo. Nosotros impresionados, no parábamos de reír. A eso se suma Celeste a nuestra crítica que hacíamos, pero Celeste estaba un poco mareada, tampoco entendía mucho, pero lo que si entendió era quien era esa chica, visualizó demasiado bien.
- ¡No! ¡La puta madre no! - Gritó Celeste, loca, y empezó a correr para donde estaba la chica.
- ¡Para Celeste! ¿Qué te pasa? - dije, asustada la verdad.
- ¡¡Florencia!!
Si señores, esa chica borracha que yo no llegaba a ver bien, que hizo un desnudo de su cintura para arriba, era mi amiga Florencia. Fuimos con Celeste, la tapamos y la llevamos al baño. Estaba totalmente en pedo, loca, sacada.
Nicolás que estaba con el auto se ofreció a llevarla a la casa de Celeste para que sus padres no la encuentren en tremendo estado. Accedieron todos y yo me quedé en la barra, pensando todavía en lo ocurrido, con un amigo.
Al rato alguien me tapa los ojos. No sabía quién era, entonces giro y lo veo a él, ¿a Santiago?, no, a Martín.
- ¿Qué haces acá? - traté de sonar divertida.
- Nada, sabía que ibas a estar acá, lo supuse - dijo.
En eso veo que Santiago entra ¿algo más iba a pasarme?. Enseguida empieza a buscar con la mirada, yo trataba de esconderme entre la gente, pero me ve, con él. Le dijo algo a los amigos y se quedó sentado solo.
Cuando terminé de hablar con Martín, que fue todo muy raro, estar conversando con él y Santiago observando; era todo raro e incómodo para mi, me acerqué a saludarlo.
- ¿Por qué hablabas con él? ¡Ojo! no quiero parecer celoso, sólo si es que se puede saber - dijo.
- Nada, vino a saludarme, nada más - contesté.
Realmente fue raro, si, porque hace menos de una semana habíamos cortado y no me había mandado ningún mensaje y ahora lo encontraba en un bar, diciendo que sabía que estaría acá, y sonando divertido como si no hubiera pasado anda y seríamos amigos. Eso me confundió más. ¿Qué, no le importo? o tal vez sólo lo hizo para verse superado porque como yo tampoco le hablé pensó que ya estaba todo.
Algo más, como cartón lleno (porque no todo iba a terminar bien, era obvio) Martín se agarró a piñas con un pibe cualquiera, donde yo me metí a separarlos y recibí un empujón de alguien anónimo que me tiró al piso. Enseguida Santiago se metió a calmar todo y levantarme principalmente. Cuando todo se tranquilizó me tomó de la mano y llevó a un rincón y me preguntó como estaba. Mientras hablaba con él veo a Martín acercándose.
- ¿Por qué te metiste? ¿no ves que la ligaste vos? - dijo, enojado.
- Bueno, estaban pegándose ¿qué iba a hacer? - contesté.
- Nada, si no te importo "Mariana", nada tenías que hacer - dijo, casi gritando.
- Para yo no dije eso, si me metí fue por algo - dije, mientras veía a Santiago mirándonos.
- Me dejaste, flaca, ¿qué me vas a decir? ¿que estás con este ahora? - dijo.
Me quedé muda, no sabía que contestar.
- Basta, te dije que necesitaba pensarlo, fue todo muy difícil para mi - dije.
- Lo difícil es que te dejas llevar por lo que te dicen tus amigas y no por lo que sentís realmente - dijo, muy enojado.
- No es así, Martín; no sabes que pasa - contesté, casi llorando (la verdad estoy más sensible).
- Entonces explicame porque no entiendo - dijo, cruzándose de brazos.
Miré rápido a Santiago, él seguía intacto observando y escuchando todo.
- Basta - dije, e intenté irme pero me agarró la cara y me besó. No duró mucho, casi anda mejor dicho, pero hizo que Santiago se fuera del lugar y no contestase mis mensajes y llamadas.